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Curso "La crianza de los hijos"

Compromiso con Jesucristo

 

Sermón 1: Compromiso con Jesucristo, serie de estudio "Crianza de nuestros hijos"

Queridos hermanos y hermanas, hoy nos reunimos para reflexionar sobre un tema fundamental en nuestra vida de fe y vida de crianza cristiana: nuestro compromiso inquebrantable hacia Jesucristo. Este compromiso es la dedicación primordial que cada creyente, y en especial nosotros como padres cristianos, debemos trabajar en nuestro caminar.

La Ley de Dios: Un Llamado a la Obediencia

Comenzamos nuestra reflexión con las palabras de Éxodo 20, donde Dios, después de liberar a Israel de la esclavitud en Egipto, les entrega los Diez Mandamientos. Esta Ley no es meramente un conjunto de reglas; es la revelación del deseo de Dios para que su pueblo viva en relación con Él y entre sí. Aquí, en esta monumental declaración, encontramos el eco de la gracia redentora: "Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto". ¡Qué poderosa verdad! Nuestra obediencia a la Ley es una respuesta a la gracia que hemos recibido.

A través de Deuteronomio 6:6-7, Dios nos instruye a llevar Su Ley en nuestro corazón, a enseñarla a nuestros hijos y a discutirla en nuestros hogares. Esto nos recuerda que la Palabra de Dios debe ser el centro de nuestras vidas. Así, no solo somos receptores de la Ley, sino también transmisores de su verdad a las generaciones venideras.

La Aplicación de la Ley en Nuestras Vidas

Aunque la Ley fue dada a Israel, su relevancia trasciende el judaísmo. Cada creyente, regenerado por la gracia, debe valorar esta Ley, que revela la santidad de Dios y nuestra condición pecaminosa. Así, no es un simple libro de reglas, sino un espejo que refleja la gloria y la pureza de nuestro Creador.

El Gran Mandamiento: El Corazón de la Ley

Cuando Jesús fue interrogado sobre cuál era el gran mandamiento, no se dejó atrapar en la trampa teológica de sus oponentes. En su respuesta, "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente", nos ofrece la clave que abre el corazón de la Ley: el amor a Dios es el principio fundamental de nuestra fe y obediencia.

Este mandamiento, que ya resonaba en el "Shemá" de Deuteronomio, nos desafía a amar a Dios en su totalidad. No se trata solo de un sentimiento, sino de una devoción unitaria que requiere que abandonemos el yo. Jesús nos enseña que nuestra relación con Dios debe ser tan prioritaria que nada, ni siquiera nuestras familias o nuestras propias vidas, puede ocupar Su lugar en nuestros corazones.

Obediencia: La Prueba del Amor

El amor a Dios se manifiesta en nuestra obediencia. Jesús, en Juan 14:15, nos recuerda que "si me amáis, guardad mis mandamientos". Aquí, vemos que el amor no son solo palabras vacías, sino que se traduce en acción. La obediencia a la Palabra de Dios es el testimonio de nuestro amor por Él, y Jesús se convierte en nuestro ejemplo perfecto de esta obediencia.

Por lo tanto, el primer compromiso que debemos abrazar, especialmente como padres, es cultivar una relación amorosa y obediente con Jesucristo. Esta relación se refleja en nuestras vidas y se convierte en la base de nuestra crianza cristiana.

Crianza y la Palabra: Una Responsabilidad Sagrada

Hermanos, no podemos guiar a nuestros hijos por los caminos del Señor si no conocemos al Señor del camino. La Palabra de Dios debe ser nuestro sustento diario, un ritmo constante en nuestras vidas. No se trata de memorizar versículos aislados, sino de sumergirnos en la Escritura y permitir que su verdad nos transforme.

El Salmo 19:7-10 nos recuerda la perfección de la Ley del Señor, que es más deseable que el oro y más dulce que la miel. Debemos tener un profundo aprecio por la Palabra de Dios en nuestra vida. Como el ciervo que anhela las corrientes de agua, nuestra sed por Dios debe ser insaciable, alimentando así cada aspecto de nuestra vida cristiana.

Conclusión: La Esencia del Compromiso

Al concluir, recordemos que un amor ferviente por Jesucristo es esencial. Sin ese amor, todo lo que hagamos, incluso en la crianza, es en vano. No podemos dar lo que no poseemos. Por lo tanto, nuestro compromiso debe ser, ante todo, con Jesucristo y Su Palabra. Este compromiso no solo transforma nuestra vida, sino que también allana el camino para una crianza santa y una verdadera vida cristiana.

Así que, ¿hacia dónde nos lleva este compromiso? Nos invita a amar a Dios con todo nuestro ser, a vivir en obediencia y a guiar a nuestros hijos en la fe. Que este sea nuestro anhelo y nuestra dedicación, hoy y siempre. Amén.

Compromiso con el Cónyuge, con la Familia y los demas

 

Jueves 15/05/2025


En un tiempo donde el mundo ofrece mil distracciones, criar hijos en el temor del Señor se ha vuelto un desafío mayor. Muchos padres anhelan ver a sus hijos caminando con Dios, pero no siempre tenemos claro cuáles deben ser nuestras verdaderas prioridades.

Este mensaje no es una fórmula mágica, ni un método novedoso de crianza. Es un llamado a volver a lo esencial, a los cuatro compromisos fundamentales que todo padre y madre creyente debe asumir si quiere honrar a Dios en su hogar:

1.- Compromiso con Jesucristo

La semana anterior estuvimos estudiando este primer y gran compromiso y todo comienza aquí.
No podemos guiar a nuestros hijos al Señor si nosotros mismos no estamos caminando con Él.

No se trata solo de asistir a la iglesia o decir que somos cristianos. Se trata de vivir diariamente bajo el señorío de Cristo, de amar Su Palabra, de obedecerla.
Nuestros hijos perciben la diferencia entre una fe genuina y una fe de apariencias.
Si queremos criar hijos en la verdad, necesitamos ser modelos vivos de esa verdad.

2.- Compromiso con el Cónyuge

El matrimonio es la base de la familia.
La Biblia nos enseña que el hombre y la mujer forman una sola carne.
Si esta unidad está rota, dividida o descuidada, la crianza se ve inevitablemente afectada.

El esposo está llamado a liderar con amor, con sacrificio, como Cristo amó a la iglesia. La esposa está llamada a respetar y edificar el hogar con sabiduría.
Este equilibrio, lejos de ser una carga, es la manera en que Dios nos bendice y nos permite reflejar Su gloria.

Preguntémonos con honestidad:
¿Estoy honrando a mi cónyuge como Dios manda?
Porque no podemos pretender criar hijos en el Señor si primero no vivimos en obediencia dentro de nuestro matrimonio.

3.- Compromiso con la Familia

Dios nos dio a nuestros hijos como una herencia sagrada, y nos hizo mayordomos de esa bendición.

La responsabilidad de enseñarles la Palabra, de guiarlos en el camino del Señor, no recae primero en la iglesia, ni en la escuela dominical, ni en los pastores.
Recae sobre nosotros, los padres.

El texto de Deuteronomio 6 es claro: debemos hablar de la Palabra con nuestros hijos en todo momento, en la vida diaria, en lo cotidiano.

No basta con orar por ellos; debemos discipularlos intencionalmente.

Es fácil caer en excusas: el trabajo, el cansancio, las muchas actividades… pero si no priorizamos la formación espiritual de nuestra familia, estamos fallando a nuestro llamado.

4. Compromiso con los Demas

Nuestros hijos aprenden observando.
Aprenden cómo tratamos a nuestros hermanos en la fe, cómo servimos en la iglesia, cómo amamos a los demás.

La Biblia nos manda a vivir en comunidad, a amarnos, a exhortarnos, a servirnos mutuamente. Y todo esto es parte del testimonio que dejamos a nuestros hijos.

Además, como creyentes, tenemos una responsabilidad con el mundo: ser luz, proclamar el Evangelio, cumplir la gran comisión.
Nuestros hijos necesitan ver en nosotros un cristianismo vivo, auténtico, comprometido con la iglesia y con las almas.

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